El sábado en la madrugada murió a sus 90 años, mientras dormía, Jacques Camatte. Para quienes no lo sepan, Jacques fue una influencia sumamente importante en el desarrollo de algunas corrientes del comunismo radical en Chile, influyendo en publicaciones como Anarquía y Comunismo, Comunidad de Lucha o Vamos Hacia la Vida, siendo también traducido y publicado en los sitios web y expresiones editoriales de estos colectivos para ser difundido entre las minorías radicales del entorno local. A esto se suma la publicación de un compilado de escritos titulado en Contra la domesticación y otros ensayos, algunos de ellos entonces inéditos al español, por la editorial Comunización Ediciones, compilado que fue reeditado —con algunas adiciones también inéditas— por la editorial Apófasis. Más recientemente, Pensamiento y Batalla reeditó Comunidad y comunismo en Rusia, mientras que Vamos Hacia la Vida tradujo y editó Instauración del riesgo de extinción, texto que Camatte elaboró a propósito de la pandemia global de Covid – 19. A su vez, en línea con algunos postulados de Jacques Camatte como la cuestión de la dominación formal y real del capital, Julio Cortés relevó la importancia de tales conceptos para comprender históricamente los fascismos en su libro La religión de la muerte. Post scriptum sobre viejos y nuevos fascismos.
Personalmente, conocí la obra de Jacques Camatte cerca del año 2016 y un día le escribí a propósito de la publicación de algunos de sus escritos. Posteriormente, mantuve con él una correspondencia a través de correo por varios años, traduciendo también algunos de sus textos. Siempre me sorprendió su amabilidad sin límites y su entusiasmo por compartir una perspectiva que se forjó por décadas de “pasión por el comunismo” —como él le llamaba, inspirado en Marx—. Camatte era, sin duda, una persona excepcional que dejó una estela de obras que revitalizaron la perspectiva del comunismo radical y que son fundamentales para entender la crítica radical contemporánea y las posibilidades de transformación radical que anidan en el presente estadio histórico de la civilización capitalista. No sólo era un investigador concienzudo con una perspectiva sumamente original, sino que estaba profundamente imbuido de la perspectiva de encarnar la teoría a través de su modo de ser, de vivir. Eso estaba en sus escritos y estaba también en las comunicaciones con su persona. Aunque no lo conocí personalmente debido a la distancia entre Chile y Francia y la imposibilidad socioeconómica de viajar a conocerle, desde el momento en que tuve noticias de su obra y hasta el presente ha ejercido una notoria influencia en mi vida.
Recientemente, estando en México, junto con Omar, Mauro, Gaby, Abel, Aimar, Raúl y otros comunistas que están articulando un grupo en torno a la editorial Conatus, realizamos algunos conversatorios sobre la obra de Jacques Camatte, centrados particularmente en la importancia de algunos de sus conceptos para la crítica radical contemporánea. Durante mi estancia en el país, dediqué una parte de mi tesis a relevar la importancia de Jacques Camatte para la comprensión de las revueltas contemporáneas, de sus contradicciones, sus límites y los impasses que debe superar todo movimiento potencialmente emancipador. Los compañeros de México también compartían ese interés por la obra de Camatte, considerándolo un aporte esencial para la formación teórico-práctica de un naciente núcleo comunista organizado. De hecho, cabe destacar que esos compañeros mexicanos editaron hace varios años también un compilado de textos de Camatte titulado Contra la domesticación, coincidiendo temporalmente con el interés en esta obra que por ese entonces emergía en Chile. En ese sentido, fue una alegría volver a reencontrarme con la obra de Camatte en un país lejano al mío y en un momento que me era realmente feliz, quizás sea una coincidencia que Camatte (re)aparezca en los mejores momentos de mi vida, pero también es cierto que las coincidencias no son más que el nombre que tenemos para una causalidad que nos es todavía desconocida.
Quisiera compartir aquí, a propósito de la reciente muerte de Jacques Camatte, algunos elementos que me parecen fundamentales de su obra. Al hacerlo, no cuento con ninguna pretensión de exhaustividad —puesto que su obra se compone de un vasto cúmulo de escritos entre libros y artículos—, sino más bien a modo de homenaje póstumo para con un compañero que me es muy querido y que ha permanecido, y permanecerá, siempre en mis pensamientos. De esta manera, espero aportar un grano de arena a la difusión y al conocimiento de una rama de la teoría marxiana que, pese a tener problemáticas que analizaré más adelante, constituye una referencia fundamental de la teoría comunista contemporánea.
Algunos aportes teóricos fundamentales de Jacques Camatte y breves notas sobre su perspectiva más reciente.
Jacques Camatte constituye un verdadero eslabón perdido de la crítica social contemporánea que anticipa en muchos aspectos a algunas lecturas contemporáneas de la obra de Marx con pretensión de absoluta originalidad —como la crítica del valor de raigambre kurziana (Corriente, 2014)—, siendo una fuente de inspiración muchas veces no reconocida de algunos de los debates actuales más importantes sobre la crítica social radical, tales como la teoría de la comunización o la crítica del valor[1]. Baste señalar, por ejemplo, que ya en la década de los setenta Jacques Camatte (1974) postulaba una crisis por desustancialización del capital, adelantando en décadas la teoría de la crisis por desustancialización del valor de Robert Kurz. Más aún, inspirándose en la obra de Bordiga, que ya había denunciado la naturaleza capitalista de la URSS argumentando desde la teoría del valor, Camatte anticipará el necesario colapso de la URSS en la competencia dentro del mercado mundial. De la misma manera, entenderá la abolición del valor como presupuesto básico de una transformación social radical pero, a diferencia de Kurz y sus epígonos, comprenderá que esto solo puede ser posible a través de la autoabolición del proletariado. En efecto, Camatte abandonará la exaltación del proletariado y, por lo tanto, la afirmación del trabajo, pero lo hará para afirmar su necesaria negación como condición de la subversión radical de la civilización capitalista.
Este abandono de la llamada “teoría del proletariado” se comenzará a producir a partir de su estudio fundamental Capital et Gemeinwesen, escrito hacia 1966 y todavía inédito en español. En este libro, estudiará el escrito marxiano titulado posteriormente como Libro VI (inédito) de El Capital, texto al que Marx le dio como encabezado el nombre de Resultados del proceso inmediato de la producción capitalista. Cabe destacar que es Jacques Camatte quien, ayudado por una amiga que le introduce en el alemán, traducirá este texto al francés por vez primera, mientras que su entonces amigo Roger Dangeville traducirá a ese idioma los Grundrisse. Después de algunos años, Camatte comentará a propósito de esa traducción que Dangeville es la mejor muestra de hasta que punto una persona puede traducir por completo un libro sin llegar a entenderlo. El estudio de Camatte se sitúa, en efecto, dentro del marco de una original reinterpretación de la obra de Marx que tiene como fundamento una relectura de la crítica marxiana de la economía política. En ese sentido, Capital et Gemeinwesen constituye con derecho propio una “nueva lectura de Marx”, incluso cuando esa denominación generalmente se ha dado a sus reinterpretaciones germanófonas en injusto desmedro de otras, especialmente de la de Jacques Camatte que ha pasado frecuentemente inadvertida para las reformulaciones académicas de la obra de Marx.
En Capital et Gemeinwesen, Camatte retomará los conceptos marxianos de subsunción formal y real del trabajo en el capital, pero ampliándolos como fundamentos conceptuales de una propuesta de historización crítica de la civilización capitalista. Ampliando tales conceptos marxianos, Camatte (2009) propondrá los conceptos de dominación formal y real del capital como sendas fases históricas del proceso de autonomización del valor, señalando que sólo a través del proceso de las revoluciones proletarias y de las dos guerras mundiales la civilización capitalista accedió a su dominación real en todas las esferas de la reproducción social, constituyendo un entramado de socialización totalizante que deviene en comunidad material del capital. Con Bordiga dirá, de hecho, que pese a que los fascistas perdieron militarmente la guerra, lo cierto es que el fascismo la ganó.
En Transición profundiza al respecto:
El capital, en tanto modo de producción social, alcanza su dominación real cuando logra reemplazar todas las premisas sociales y naturales previas con sus propias y particulares formas de organización, las cuales ahora median la sumisión del conjunto de la vida social a las necesidades reales de la valorización (…). Consecuentemente, el Estado (…) es menos que nunca el “jefe del capital”. Hoy en día, el capital encuentra su propia fuerza real en la inercia del proceso que produce y reproduce necesidades específicas de valorización como necesidades humanas en general (Camatte & Collu, 1969, pp. 2 – 3).
Para Camatte y Gianni Collu (1969), al alcanzar su dominación real el capital ha devenido en un poder social totalizante que ha desarrollado los poderes combinados de la especie como poderes sociales e intelectuales del proceso de autovalorización del capital. De esta manera, el valor en proceso se constituye en comunidad material efectiva —ya no existe un “afuera” de la sociedad del capital—, pero sólo lo logra creando una identidad cada vez mayor entre “el ser social de los seres humanos” y las “necesidades generales” del valor en proceso: los deseos y emociones humanas se han convertido en “requerimiento de la valorización del capital, en componente de su propia reproducción ampliada” (Camatte & Collu, 1969, p. 4). A este respecto, Giorgio Cesarano (2020), estrechamente cercano al círculo de Camatte en Italia —y articulador de un núcleo comunista radical en torno a Ludd Consigli Proletari [Ludd Consejos Proletarios]—, dirá sobre la dominación real que:
…la dialéctica radical ha definido ya las condiciones de existencia del capital contemporáneo como aquellas en las que el capital, llevado más allá de sus modos formales de dominación (…), realiza actualmente, sobre el conjunto del planeta como sobre la especie y la vida entera de cada humano, las modalidades de una colonización integral de lo existente. Esto lo denotamos en términos de su “dominación real” (p. 290).
Con la constitución del capital en comunidad material desaparece el capitalista tradicional propio de la antigua sociedad bruguesa, siendo reemplazado por la banda económica, la mafia, el racket:
Tras la constitución del capital en ser material, y por tanto en comunidad social, el personaje tradicional del capitalista desaparece, el proletariado disminuye relativamente —a veces, de forma absoluta—, y las nuevas clases medias se expanden. [El] capital no puede valorizarse (…) a menos que una partícula de su ser, a la vez que se autonomiza, se enfrente al conjunto social y se ponga en relación con el equivalente socializado total, el capital. Tiene necesidad de esta [competencia], porque no existe más que por diferenciación. A partir de ahí se constituye un tejido social basado en la concurrencia entre «organizaciones» rivales (rackets) (Camatte & Collu, 1972, p. 2).
Esto tiene consecuencias para la expresión de los antagonismos objetivos de la sociedad capitalista en las luchas de clases. En primer lugar, porque el capital constituye su propia “fuerza de inercia” al dominar el ser social, por otro lado, porque al mistificarse la relación de capital con su dominación real este desaparece de la consciencia inmediata. Más aún, con la subyugación de la mercancía fuerza de trabajo por la potencia aplastante del proceso social, las antiguas organizaciones obreras —como partidos y sindicatos— se integran como organizaciones funcionales a la valorización del valor que replican el modo de ser del capital, se convierten en bandas económico-políticas orientadas a domesticación de la fuerza de trabajo y tasar el precio de su venta en el mercado. En realidad, mediante la proliferación de rackets en todo el entramado social, el capital frena la posibilidad de la revuelta mediante su integración en el sistema económico y la competencia —esto se hace patente, sobre todo, en la integración del lumpenproletariado posmoderno en el capital por la vía de las empresas criminales—. De esta manera, en la inmediatez de la vida social el capital neutraliza la revuelta del proletariado contra el sistema, que “sigue siendo su potencial negación” (Camatte & Collu, 2017, p. 6).
Pero el análisis de Camatte no se detiene ahí. Por el contrario, la historización del despliegue histórico del capital en términos de un diálogo crítico con la obra marxiana comenzada en Capital et Gemeinwesen le llevó también a plantear el desarrollo de la relación de capital —y, por tanto, el antagonismo de clase— en términos de la dominación formal y real del capital. Para Camatte (2009), durante la fase histórica de dominación formal del capital, que corresponde a la época del desarrollo original de la teoría marxiana en el capitalismo decimonónico, la emancipación social se presenta necesariamente como una “lucha del trabajo contra el capital” (p. 307). Esto tendrá consecuencias importantes para un balance reflexivo de la derrota de las revoluciones proletarias. Camatte rechaza explicaciones fundadas en términos de traiciones y oportunismos políticos —aunque no niega su lugar en el desarrollo de la lucha de clases—, más bien propone entender el fracaso del proletariado para emancipar a la humanidad en términos de su mutua implicación con el capital en una determinada fase de su desarrollo histórico. No es que la revolución proletaria debía necesariamente fracasar, sino que esta fracasó en los términos de su propia lucha y, en particular, de su exaltación como clase del trabajo.
Por el contrario, Camatte señala que con la transición global hacia una dominación real del capital y su constitución como comunidad material efectiva, la transformación social radical ya no se presenta bajo la forma de la afirmación del proletariado como clase. Se ha modificado el contenido de la transformación radical, que se manifiesta en la época de Camatte a través de la nueva revuelta propia de la dominación real del capital como “una lucha contra el capital y el trabajo a la vez, es decir, que ahora el proletariado tiene que luchar contra su propia dominación clase y destruir el capital y las clases” (Camatte, 2009, p. 307). Las revueltas contra el trabajo en Estados Unidos, Europa y Asia señalan el contenido de la negación necesaria del capital, que no puede desarrollarse más que a través de la negación práctica del proletariado como clase de la sociedad del capital.
Esta perspectiva teórica va más allá de la famosa tesis sobre la integración del proletariado de Theodor W. Adorno, que fue expuesta en escritos como Reflexiones sobre la teoría de las clases, Minima Moralia o Dialéctica Negativa. Camatte, de hecho, es un lector atento de Adorno, a quien dedica extensos párrafos en sus textos de la década de 1970. Más aún, la teoría de los rackets desarrollada en Sobre la organización o Transición y que será fundamental en su posterior evolución teórica está claramente inspirada en la teoría de los rackets de Horkheimer y las lecturas de Adorno y, en tal sentido, amplía críticamente esa teoría. Sin embargo, aunque Camatte (1978) reconoce la integración del proletariado y de sus antiguas organizaciones como constitutiva de la dominación real del capital —reconociendo también a Adorno como precursor de su teoría[2]—, realiza una lectura, mediada por las revueltas de las décadas de 1960 y 1970, que es capaz de esclarecer que con esta integración emergen nuevas limitaciones para la transformación social que definen, de manera negativa, el contenido de la emancipación social radical como la negación del trabajo proletario y su (auto)bolición. En una perspectiva que, pese a su diferente marco teórico-contextual, no por casualidad es similar —sino que responde a la unidad de las potencialidades radicales de la época—, Mario Tronti (2001) dirá en Obreros y Capital que:
El conocimiento se halla ligado a la lucha. Conoce verdaderamente quien verdaderamente odia. He aquí por qué la clase obrera puede poseer y saber todo del capital: porque es enemiga hasta de sí misma en cuanto capital (p. 19)
El proletariado no es el otro absoluto del capital, sino que es la condición de su existencia en cuanto capital variable, por lo que la clase obrera es enemiga de sí misma en cuanto clase del capital. Esta perspectiva va, en el caso de Camatte (1978), de la mano con una crítica de la concepción tradicional del marxismo con respecto a las revoluciones proletarias, las cuales se constituyeron a posteriori como fuerzas del desarrollo histórico y la expansión mundial de la civilización capitalista y, en esta determinación, como fuerzas de la (auto)domesticación de la especie:
[La revolución rusa] tuvo como consecuencia la muerte de la sociedad burguesa en Occidente, el desarrollo de la dominación real del capital sobre la sociedad en Occidente y la generalización de la dominación formal en otras partes del mundo. Las diversas revoluciones anticoloniales permitieron romper el cerrojo que se oponía a la introducción del capital en zonas donde las comunidades habían sido muy poderosas.
(…) Todo un ciclo llegó a su fin en un terrible colapso. En lo que respecta al polo revolucionario, fue el fin del movimiento obrero y el comienzo de la fase grupuscular [de rackets], así como la revelación de la imposibilidad de que el proletariado llevara a cabo su misión, lo que la revolución rusa acabaría demostrando de forma aún más contundente. Una gran esperanza se había hecho añicos irremediablemente (s/p).
Esta perspectiva llevaría a que Camatte (1978) afirmara que, con el fracaso de la oleada de revueltas mundiales de la década de 1960, atestiguamos el final de las revoluciones históricas del proletariado: “[Este proceso es] el entierro definitivo del proyecto revolucionario basado en la acción de un sujeto determinado y delimitado en la sociedad: el proletariado” (s/p). En tal sentido, Camatte anticipa un debate todavía no zanjado sobre el nuevo contenido de la revuelta que emerge en el estadio desarrollado de la civilización capitalista y, con ello, constituye un poderoso insumo al más importante debajo sobre los límites y posibilidades para la transformación social radical intrínsecos al actual momento histórico de crisis del capital.
Por si esto no fuese mérito suficiente, Jacques Camatte impulsará, a través de los desarrollos teóricos de la Revue Invariance, el retorno a la crítica de la economía política y, retomando las tesis de Amadeo Bordiga en su crítica a la URSS como Estado capitalista, afirmará que la emancipación social radical sólo puede llevarse a cabo mediante la abolición del valor —adelantando, nuevamente, por décadas a teóricos como Robert Kurz o Moishe Postone—. Camatte (2009) llegará a afirmar que con la abolición práctica de la ley del valor: “…los productos recobrarán su carácter de elementos necesarios para el ser social y estarán a su disposición. La humanidad ya no es una mercancía; la prehistoria humana ha terminado” (p. 229). De esta manera, para Camatte (2009), las transformaciones objetivas de la civilización capitalista avanzada y el nuevo contenido de la revuelta propia de este estadio histórico señalan la necesidad de abandonar el anhelo de reconstituir el proletariado en clase: “[hacerlo] sería querer detener lo que Karl Marx consideraba la gran tarea del siglo ΧΙΧ: la destrucción del proletariado” (p. 310).
Jacques Camatte expresa de manera reflexiva, por lo tanto, lo que el propio movimiento práctico de la nueva revuelta del capitalismo avanzado sitúa de manera negativa en el núcleo de la crítica social radical: la cuestión de la (auto)abolición del proletariado y del valor como contenido de la emancipación social contemporánea. La huelga salvaje de 1968 en Francia, la revuelta generalizada, los saqueos de la abundancia mercantil, el absentismo laboral y los sabotajes de la juventud a las industrias no tenían como contenido la afirmación de la clase obrera y la construcción de un aparato de poder dictatorial del trabajo sobre el capital —tal como en las revoluciones proletarias de principios del s. XX—, sino el rechazo del trabajo y la negación de la condición proletaria que iba, paradójicamente, acompañada de una exaltación de la clase obrera, la clase del trabajo, como la negadora del trabajo.
No obstante, es también el balance teórico-histórico de este periodo el que, al toparse con este impasse real que plantea la sociedad del capital, desarrolla la perspectiva de la abolición del proletariado como presupuesto de la transformación social radical. Tal como dirá Camatte (2009), sólo se puede hablar de un “triunfo” del proletariado “en la medida en que se afirma simultáneamente que no se realizará como tal, sino que más bien se niega a sí mismo” (p. 313). Se opera así una clara ruptura —casi por completo desconocida en el presente— con el marxismo tradicional, puesto que las corrientes del llamado comunismo radical, inspiradas de manera importante en la obra de Jacques Camatte, ya no postularán la afirmación del proletariado, sino su necesaria negación como requisito básico de cualquier perspectiva marxiana contemporánea realmente seria (Endnotes, 2020, pp. 250 – 255).
Dicho esto, es posible abordar ahora algunos aspectos del desarrollo teórico posterior de Jacques Camatte, como su teoría de la domesticación y la errancia de la humanidad. Basándose en el estudio precedente sobre la dominación real del capital, Camatte comenzará a entender el proceso histórico de la civilización capitalista en el arco más amplio de las sociedades de clases y, finalmente, como un proceso de “salida de la naturaleza” que comienza a finales del paleolítico y que tendrá como consecuencia la (auto)domesticación de la humanidad que culmina con la antropomorfosis del capital o el devenir humano de la forma valor de las relaciones sociales. Este salir de la naturaleza, al que le es concomitante una determinada forma de conciencia represiva, es lo que denomina como la “errancia de la humanidad”. De acuerdo con Camatte (1973), este proceso podría llevar a la extinción de la especie homo sapiens a través de tres posibles devenires del modo de producción capitalista:
—La autonomización completa: utopía mecanicista; el hombre se convierte en un mero apéndice del sistema automatizado, pero tiene aún un papel ejecutivo.
—Una mutación del hombre, o mejor un cambio de especie: obtención de un ser totalmente programable que ha perdido las características de la especie Homo Sapiens. Esto no exige necesariamente una automatización, puesto que este ser domesticado a la perfección podrá hacer cualquier cosa.
—Una locura generalizada: el capital se pone al nivel y realiza sobre la base de sus limitaciones actuales todo lo que estas quieren (normal o anormal), pero con la imposibilidad para el hombre de reencontrarse, al estar siempre el goce por venir. El hombre es arrastrado al runaway del capital y lo mantiene.
Seguramente no pocos lectores de Invariance pensaron que Camatte se había pasado al rubro de la ciencia ficción al leer estas afirmaciones, pero medio siglo después el mundo se ha constituido como una mezcla de los tres futuros posibles previstos por Camatte, especialmente en lo que respecta a la locura generalizada. De ahí que su posterior proclama de que «es necesario salir de este mundo» lanzada por Jacques Camatte en 1974 haya sido con frecuencia malinterpretada. En su época, le valió calumnias y el rechazo generalizado de los entornos ultraizquierdistas del momento, que acusaban a Camatte de haber virado hacia una teoría «pequeño-burguesa» de la revolución. Jacques incluso me contó que se había difundido el rumor entre esos círculos de que estaba viviendo en una especie de monasterio budista.
En realidad, Camatte quería insistir en el hecho de la dominación real del capital es tan profunda que ha capturado la imaginación y la sensibilidad humana, es el dominio de lo muerto que se ha autonomizado. De ahí que, postula, una verdadera emancipación implicará también un cambio radical del modo de ser y la necesidad de la «producción de revolucionarixs». Camatte interpretaba las revueltas estudiantiles y obreras de la década de 1970 como la emergencia del nuevo contenido de la emancipación que se manifiesta como una potencial ruptura completa con la domesticación del capital. Sin subvertir la domesticación de la humanidad y su comportamiento destructivo con la naturaleza será imposible salir de la sociedad de clases y su estructura represiva de la psique y el comportamiento. Esto le llevará a concluir, que Homo Sapiens Sapiens podrá extinguirse por la vía de su artificialización y fusión con las «prótesis» técnicas desarrolladas por el capital. La salida de este mundo sería la emergencia de Homo Gemeinwesen, de una ruptura e inversión del modo de ser en la enemistad que por milenios ha fundado la perpetuación de las sociedades de clases.
Sobre la Gemeinwesen de Camatte encontramos la siguiente definición en su Glosario (2010):
Concepto muy utilizado por K. Marx y G. W. F. Hegel. No solo indica el ser común, sino también la naturaleza y la esencia comunes (Wesen). Es lo que nos fundamenta y nos une, participando del mismo ser, de la misma esencia, de la misma naturaleza. Es el modo de manifestación de este ser participante.
Puedo añadir una interpretación personal sobre gemein. Ge es una partícula inseparable que expresa la generalidad, lo común, lo colectivo. Mein indica lo individual: mío. Así, subyace la idea de una no separación entre lo común y lo individual, lo que implica el concepto de participación, en el que uno se percibe a sí mismo en un todo que es como consustancial.
La gemeinwesen se presenta, por tanto, como el conjunto de individualidades, la comunidad que resulta de sus actividades en la naturaleza y en el mundo creado por la especie, al tiempo que las engloba, dándoles su naturalidad (indicada por wesen), su sustancia como generalidad (indicada por gemein), en un devenir (wesen).
Por consiguiente, la perspectiva Camatte sobre el comunismo implica la necesidad de un nuevo comienzo para la especie humana, un diferente caminar opuesto al de su errancia en las sociedades de clase y lo que Camatte denominaba su “devenir fuera de la naturaleza”. La especie, dice, está enferma de represión, Homo Sapiens ha devenido históricamente a través de su errancia en una especie estructurada por la represión que se perpetúa en el todo de la reproducción social y en la vida de cada individuo. El comunismo, por tanto, solo podrá emerger a través de una ruptura práctica con un devenir histórico de milenios, como surgimiento de una Gemeinwesen en la que el antagonismo entre especie e individuo ha sido abolido. Para Camatte este sería también el final de la temporalidad propia de la conciencia represiva (días, horas, minutos), siendo subvertida la vivencia de la eternidad que, según su Glosario (2010), es el modo de ser fundamental del cosmos, de la naturaleza.
Sin embargo, su teoría de la domesticación y la errancia de la humanidad, pese a sus importantes momentos de verdad, no está libre de problemáticas. Al declarar la completa identidad entre seres humanos y capital, identidad que se realiza a través de un proceso de “devenir humano” del capital (antropomorfosis), se cierra cualquier posibilidad de crítica inmanente a la sociedad del capital. La única alternativa es la “salida de este mundo”. Esto implica problemas teórico-prácticos de amplio y profundo alcance, porque si la humanidad está completamente domesticada entonces sería imposible la crítica de la sociedad. Como sabemos, pese a sus dificultados y a su posición minoritaria, la crítica social todavía es posible, lo que indica que la identidad entre el capital y los vivientes todavía no se ha realizado. Por otro lado, una concepción identitaria como la que expone Camatte en su teoría de la errancia y la domesticación lleva al mismo atolladero de la sociedad unidimensional propuesta por Marcuse. Muy por el contrario, hoy una crítica radical debería ser expresión autorreflexiva de la lo no-idéntico y expresar las posibilidades reales para una transformación social radical —y el papel que una crítica radical tiene en ese proceso histórico—.
Sobre esto último, Jacques Camatte proclamó a lo largo de sus diferentes elaboraciones teóricas, la necesidad de rearticular lo que Marx llamó el “partido histórico”. En Origen y función de la forma partido (1961), un texto seminal de su camino teórico posterior, escribió que el partido, lejos de ser una estructura burocrática separada del movimiento real, era una “fuerza impersonal por encima de las generaciones, representa a la especie humana (…). Es la conciencia de la especie”. Es por ello que en sus Tesis sobre la revolución comunista (1969) afirmará que el objetivo de Invariance es la “reconstitución del Partido Comunista”, entendiendo por partido precisamente el partido histórico. De acuerdo con él, una función esencial del partido —más adelante dirá “partido-comunidad”— es la de prever, puesto que un partido que no es capaz de prever el curso de los acontecimientos no es realmente un partido-comunidad, no tiene posibilidad de luchar adecuadamente en la guerra de clases ni orientarse realmente hacia la emancipación radical:
Tenemos, como ha subrayado Marx miles de veces, una pasión ardiente por el hombre y su liberación; pero no por ello vamos a lanzarnos imprudentemente, a cuerpo descubierto, a la batalla. Siempre debemos intentar dominar la estrategia, el terreno de la lucha. En caso contrario, nuestro adversario se asegurará, tarde o temprano, del mantenimiento del orden. Para nosotros la insurrección es un arte (Camatte, 1961).
Después de todo esto, se hace evidente que la obra de Camatte es una teoría rica y compleja que, pese a sus límites y problemáticas, no puede ser simplemente pasada por alto. Hay que reconocer a Jacques Camatte en su importancia histórica para la reformulación de la perspectiva comunista radical, pero también hay que ir más allá de él. Malos discípulos son aquellos que no superan a su maestro y Camatte fue el maestro de varias generaciones de comunistas en diferentes partes del mundo. Hoy nos toca a nosotrxs retomar la insurrección como arte y reconstituir el partido histórico, adecuando nuestras perspectivas y estrategias a las condiciones actuales de la dominación capitalista.
Compañero, no te digo adiós porque en la eternidad nada muere realmente. Gracias por tanto.
Referencias
Cabe señalar que todos los textos de Camatte, tanto en el francés original como sus traducciones existentes al español en caso de que las hubiese, pueden ser encontradas en el siguiente enlace: https://www.ilcovile.it/V3_camatte_all_per_Articoli.html#141
Camatte, J. (1961) Origine et fonction de la forme parti [Origen y función de la forma partido]. En Revue Invariance: http://www.revueinvariance.net/origine.html
Camatte, J. & Collu, G. (1969) Transición. En Cuadernos de negación: https://drive.google.com/file/d/1JQP1JNCHx24iYsz3Pi69appo29vdha6r/view
Camatte, J. & Collu, G. (1972) Sobre la organización. En Cuadernos de negación: https://drive.google.com/file/d/14wjd2pavN6Xz1_H7AqtO5I4Xi8VQmfKx/view
Camatte, J. (1973) Errance de l’humanité – Conscience répressive – Communisme [Errancia de la humanidad – Consciencia represiva – Comunismo]. En Revue Invariance: http://www.revueinvariance.net/errance.html
Camatte, J. (1974) Ce monde qu’il faut quitter [Es necesario salir de este mundo]. En Invariance: http://www.revueinvariance.net/cemondequitter.html [Revisado el 12/01/2025].
Camatte, J. (1978) Précisions après le temps passé [Precisiones después del tiempo pasado]. En Invariance: http://www.revueinvariance.net/pr%c3%a9cisions.html
Camatte, J. (2009) Capital et Gemeinwesen. VIe chapitre inédit du Capital et l’oeuvre économique de Marx. Quebec: Les classiques des sciences sociales.
Camatte, J. (2010) Glossaire [Glosario]. En Invariance: http://www.revueinvariance.net/glossaire.html
Corriente, F. (2014) Jacques Camatte y el eslabón perdido de la crítica social contemporánea. En Des nouvelles du front: https://dndf.org/?p=13570
Cortés, J. La religión de la muerte. Post scriptum sobre viejos y nuevos fascismos. Santiago de Chile: Tempestades Editorial.
Tronti, M. (2001) Obreros y capital. Madrid: Akal.
[1] Jappe (2016) llega a mencionar a Jacques Camatte como una posible convergencia con la perspectiva de la crítica del valor, aunque añade oportunistamente que “las diferencias persisten” —sin llegar a explicitar cuales— (p. 122). Sin embargo, en el coloquio Criticar el valor, superar el capitalismo Jappe (2015) es interpelado por un asistente sobre las similitudes entre los planteamientos de Jacques Camatte y la corriente de la cual funge como epígono, reconoce que sólo ha leído “una pequeña parte de los escritos de Bordiga y Camatte” y que la similitud señalada debe “ser estudiada con detenimiento” y que lo será por medio de un grupo de estudios francés sobre la crítica del valor (pp. 66 – 67). Hasta donde alcanza mi conocimiento, jamás ha existido ninguna otra declaración al respecto, lo que me parece no sólo un ignominioso silencio sobre una obra que ha sido leída sin ser reconocida en su importancia para el presente, sino también como un hecho que responde a un contexto de ofuscación y debilitamiento de la crítica social (Adorno, 2004b, p. 335). Es decir, de un contexto histórico que, como Camatte y Collu (1969) ya reconocían tempranamente, impone la competencia no sólo entre rackets económicos, sino también entre rackets teóricos que buscan desesperadamente distinguirse en la competencia por el reconocimiento social, limitando las posibilidades de un diálogo crítico real.
[2] En Précisions après le temps passé Camatte (1978) hará una larga revisión de la teoría de Adorno, dialogando principalmente con Reflexiones sobre la teoría de las clases, Minima Moralia —que reconoce como una crítica avant la lettre de la vida cotidiana— y Dialéctica Negativa. Cabe destacar que, en ese entonces, Adorno es prácticamente desconocido en Francia, por lo que la revisión crítica de Camatte es una verdadera precursora de la lectura francesa de la obra de Adorno. En esta dimensión de su obra Camatte ha sido, nuevamente, injustamente no reconocido.