Posibilidades perversas del colapso capitalista: neorreacción e ilustración oscura como expresiones filosóficas del agravamiento de la barbarie en la época de la crisis estructural del capitalismo global.

por Pablo Jiménez Cea

[Nota: este texto fue elaborado como parte de mi presentación en el Workshop «Capitalismo autoritario, violencia y resistencias en tiempos de colapso» del International Research Group on Authoritarianism  and Counter-Strategies (IRGAC) de la Rosa Luxemburg Stitfung en colaboración con el ICSyH de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla]

Introducción

Tal como previó Adorno (2020), después de la Segunda Guerra Mundial las condiciones para el fascismo no han desaparecido, sino que, por el contrario, se han generalizado. A este respecto, la crisis estructural del capitalismo global, agravada por una aceleración tecnoeconómica (Land, 2021) que implica el creciente anacronismo del valor (Postone, 2003), conlleva la emergencia de un nuevo tipo de reacción cualitativamente diferente al fascismo histórico del siglo XX. En efecto, Robert Kurz (2020) ha sido enfático en señalar que el fascismo italiano de Benito Mussolini y el nacionalsocialismo alemán son productos de la imposición histórica del modo de producción capitalista a través de sendos procesos de modernización rezagada, mientras que las nuevas derechas son el resultado del acelerado declive histórico del modo de producción capitalista. Ahora bien, como la neorreacción —punto central de la discusión que aquí pretendemos entablar—, y a fortiori las nuevas derechas, son el resultado directo de la decadencia histórica del modo de producción capitalista y la aceleración tecnoeconómica, nuestro análisis comienza con este último punto que es fundamental para el marco teórico neorreaccionario.

  1. Aceleración tecnoeconómica como trayectoria histórica del capital

“En términos filosóficos, el problema profundo de la aceleración es trascendental. Describe un horizonte absoluto que, además, está acercándose (…). Seremos incapaces de lidiar con los dilemas contemporáneos de manera realista hasta que no reconozcamos que la oportunidad para hacerlo está colapsando, y a toda velocidad” (Land, 2021, p. 22)

De acuerdo con Land (2021), la aceleración es “la estructura temporal de la acumulación de capital” (p. 27), una dinámica autoreforzada de la valorización del valor que constituiría el fundamento mismo de la trayectoria del capital como modo de producción histórico. De acuerdo con el análisis marxiano, con el desarrollo del modo de producción específicamente capitalista, la producción de riqueza material deviene cada vez menos determinada por el gasto directo de trabajo humano y de manera creciente por el nivel de desarrollo general de la ciencia (Marx, 2011a): la producción material se convierte cada vez más en una expresión del cerebro social —del “general intellect” (Marx, 2011b)— y de los poderes productivos de la especie (Postone, 2003) desarrollados bajo la compulsión de la autovalorización del valor, tales como la maquinaria automática, la informática y la computación que han marcado nuestra época (Cardoso, 2021). Esta dinámica genera el fundamento para el anacronismo histórico del valor (Postone, 2003), ya que el enorme potencial productivo desarrollado por la especie humana es cada vez más inadecuado para la forma abstracta de la riqueza social, aun cuando es precisamente el valor –el tiempo abstracto de trabajo humano— el fundamento de la civilización capitalista (Cardoso, 2021).

Por tanto, este proceso implica una dinámica autorreforzada de aceleración tecnoeconómica que Nick Land (2021) denomina teleoplexia: “Un circuito acumulativo, alimentado por su propia producción (y, por tanto, autopropulsado), [en el que] la aceleración es el comportamiento normal” (p. 27). De hecho, no es algo de poca importancia el que Land (2021) retome la conceptualización marxiana del capital como sujeto automático:

“A medida que el circuito se cierra o intensifica exhibe una autonomía aún mayor, o automatización: se vuelve marcadamente autoproductivo (…). Dado que no apela a nada más allá, el nihilismo le es inherente. No tiene significado alguno, excepto la autoamplificación. Crece para crecer. La humanidad es su huésped provisional, no su amo, y no tiene otro propósito que sí mismo” (p. 23).

La consecuencia lógica de este sujeto automático que se funda sobre una dinámica acelerada es la “automatización mecánica, la autorreplicación, la automejora y el escape hacia la explosión de inteligencia” (Land, 2021: 34). Con respecto a este último punto, es notable como la introducción paulatina de las inteligencias artificiales está revolucionando una serie de ramas de la industria y de la administración política de las sociedades capitalista (Shanahan, 2021), lo que implica la necesidad de reflexionar cuidadosamente acerca de las posibilidades perversas que entraña la contradicción en proceso del capital y su trayectoria empírica de autoabolición por medio del anacronismo de su relación social básica. La informatización del mundo, la inteligencia aumentada, la transición contemporánea hacia la cuarta revolución industrial, la exploración espacial de las potencias neoimperialistas y las ciberguerras contemporáneas implican una tendencia creciente hacia la disolución del gasto directo de tiempo de trabajo humano en la producción —con lo que tiende a ser abolido el valor como fundamento de la modernidad capitalista—, pero ello no lleva de manera automática hacia la realización de una sociedad emancipada, sino que más bien parece estar arrastrando a la humanidad hacia un nuevo género de barbarie. Por tal razón, se pretende relevar aquí la importancia de las perspectivas neorreaccionarias de la crisis actual —particularmente de la propuesta de Nick Land, su versión más acabada—, en la medida en que tal marco de referencia explora posibilidades del proceso de descomposición acelerada del capitalismo que requieren ser tomadas como referencia obligada para cualquier reflexión desde una teoría crítica de la sociedad que pretenda estar a la altura de los desafíos que plantea el proceso histórico contemporáneo (Noys, 2018).

  1. Neorreación como posibilidad de la crisis capitalista.

Ante este declive del poder geopolítico de Occidente en medio de una acelerada crisis estructural del capitalismo, han emergido toda una serie de movimientos neofascistas, ultranacionalistas, etno-separatistas, neoconservadores, entre otros, que perfilan un nuevo género de reacción cualitativamente diferente del fascismo histórico del S. XX (Hawley, 2017). Sin embargo, es particularmente interesante el denominado movimiento neorreaccionario o Ilustración oscura, una respuesta desde la filosofía sociopolítica al declive de la hegemonía occidental que constituye una de las expresiones intelectuales más sofisticadas de la nueva cualidad de la reacción en el capitalismo de crisis posmoderno. Préstese atención siguiente fragmento de texto:

“El Occidente moderno ha perdido la fe en sí mismo. En el periodo de la Ilustración y posterior a ella, esta pérdida de fe liberó enormes fuerzas comerciales y creativas. Al mismo tiempo, esta pérdida ha hecho vulnerable a Occidente. ¿Hay alguna forma de fortalecer el Occidente moderno sin destruirlo del todo, una forma de no tirar al niño con el agua de la bañera?” (Thiel, 2007: 207)

La frase es de Peter Thiel —empresario, capitalista de riesgo, republicano, fundador de PayPal e inversionista inicial de Facebook— y constituye el resumen del programa neorreaccionario: una defensa de la cultura y el poder occidental a través de una exacerbación del capitalismo. Por ende, si se formulase la pregunta: “¿qué caracteriza al pensamiento neorreaccionario?”, podría responderse en líneas generales que una reivindicación de la denominada “biodiversidad humana” —forma pseudobiológica de racismo posmoderno—, la proclamación del derecho de salida o de secesión como derecho fundamental junto con la propiedad privada,  un rechazo visceral de cualquier forma de corrección política e igualitarismo progresista y una propuesta de administración sociopolítica del capitalismo con marcados tintes de darwinismo social denominada como neocameralismo (Land, 2022).

Los principales exponentes de la neorreacción como filosofía son Curtis Yarvin y Nick Land. El primero de ellos, Yarvin, es un ingeniero de software, empresario y bloguero norteamericano —bajo el pseudónimo de Mencius Moldbug— que inició su trabajo de producción y divulgación de las ideas neorreaccionarias bajo la influencia de Peter Thiel (Jones, 2019). A diferencia de la elite tradicional de Sillicon Valley, Yarvin está en contra de los postulados básicos de la gobernanza neoliberal que caracteriza a la derecha tradicional estadounidense. De formación autodidacta en problemáticas políticas y sociales, Yarvin comprende la política desde el prisma de un ingeniero en informática que opera con sistemas cibernéticos más que desde la perspectiva de un científico social, puesto que desde su cosmovisión y sensibilidad propia de la Alt-Right toda la literatura académica está dominada por las elites progresistas (Jones, 2019). Por su parte, Nick Land continuó desarrollando la filosofía aceleracionista después de abandonar su trabajo como catedrático universitario en Warwick y radicarse en Shangai. Su profundización en sentido neorreaccionario del aceleracionismo llevó a Land (2022) a eventualmente entrar en contacto con las ideas de Curtis Yarvin expuestas en su blog Unqualified Reservations y a desarrollar un comentario filosófico de su obra bajo el título de La ilustración oscura [The dark enlightenment], el compendio más acabado de la filosofía neorreaccionaria. Debido a su amplia formación filosófica inicial y a su conocimiento de las teorías de Deleuze y Guattari, fue capaz de desarrollar una síntesis entre las ideas neorreaccionarias de Yarvin con las críticas posmodernas del capitalismo avanzado tardío (Jones, 2019).

Lo que hace especial a la neorreacción dentro del mundo de la Alt-Right es su rechazo en bloque del liberalismo. Paradójicamente, el movimiento neorreaccionario es más cercano a la crítica ultraizquierdista de la democracia, el Estado y las instituciones propias del liberalismo que, por ejemplo, al promedio del establishment republicano (Jones, 2019).  De acuerdo con esto, uno de los fracasos teóricos más grandes del movimiento neorreaccionario es su incapacidad para aprehender una tradición de crítica radical independiente del liberalismo (Jones, 2019), de ahí su apología acrítica de un capitalismo que es comprendido como escindido de, y frenado por, las mismas instituciones históricas que le han permitido perpetuarse en la historia contemporánea.

Los neorreaccionarios captan desde un prisma unilateral el proceso de crisis contemporánea del capitalismo, aprehendida principalmente como el declive de Occidente a partir de la expansión del liberalismo progresista. Se trata de una explicación que entiende el declive occidental no como una consecuencia anclada en la dialéctica inherente del proceso de globalización capitalista, sino como la tragedia de un capitalismo que es frenado en su trayectoria histórica acelerada por fuerzas que le son extrínsecas. En consecuencia, la neorreacción constituiría una búsqueda de la salida al declive de la civilización liberal moderna que se concibe a sí misma como una radicalización del proyecto ilustrado, como una reactualización de una tendencia del proyecto ilustrado que no sigue la línea de evolución liberal-progresista, sino que retoma las tendencias “oscuras” de la ilustración tales como la filosofía de Carlyle y el cameralismo de Friedrich Wilhelm I von Hohenzoller (Land, 2022). Tal rechazo neorreaccionario a la vertiente liberal de la ilustración surgiría de lo que Yuk Hui (2019) denomina, haciendo uso de la jerga hegeliana, como “consciencia desventurada” de los neorreacionarios: una autoconsciencia del proceso histórico que no ha alcanzado un concepto unificado de la contradicción, un escepticismo incapaz de escapar de sí mismo. Pensamiento desventurado en la medida en que capta las contradicciones sin aprehender la lógica intrínseca del sistema capitalista que las produce de manera inherente, esto es, carente de capacidad para aprehender la contradicción intrínseca al carácter dual de la mercancía. En otras palabras, la neorreacción es otra forma de crítica truncada del capitalismo que se agregaría a las diversas variantes del fascismo, al yihadismo islámico y, porque no, al progresismo liberal que es el principal objeto de crítica de la neorreacción.  Empero, ello no debe llevar a un rechazo ingenuo del análisis neorreaccionario, sino que más bien implica una problematización crítica de sus premisas para descubrir su momento de verdad. Para ello, resulta pertinente analizar dos de las críticas fundamentales de la neorreacción al proceso de crisis contemporáneo: su análisis del declive de la democracia en relación con la aceleración tecnoeconómica y su teoría de la catedral.

2.1. El declive de la democracia en Occidente y la teoría de “La Catedral”. 

Tal como se ha constatado por los eventos históricos recientes —véase el asalto al capitolio de 2021, la guerra ruso-ucrania que cuenta con batallones neofascistas armados con tecnología de punta en ambos bandos y la reciente versión brasileña de la insurrección trumpista—, hoy se cierne sobre el horizonte un nuevo género de autoritarismo, cuyos exponentes más avanzados se encuentran en Oriente, América Latina y en el centro occidental del sistema mundial de las mercancías: Estados Unidos. En este último país, la violencia racial y étnica por parte de grupos e individualidades afines a la Alt-Right —particularmente las masacres perpetradas por individuos armados contra comunidades no-blancas— genera alarma ante la posibilidad de una nueva guerra civil americana en una nación en que la concentración de armas de fuego supera el número habitantes.

Para Nick Land (2022) se trata del advenimiento efectivo de Ilustración oscura, la emergencia de un nuevo género de reacción y la tendencia a la instauración de una nueva forma de dominio tecno-económico hipercapitalista que va de la mano con el declive de la democracia como forma de gobierno hegemónica del capitalismo avanzado tardío de Occidente. Conforme a esta perspectiva, la caída de la democracia sería el resultado inevitable de la dinámica capitalista en Occidente —Yarvin (2007) incluso llega a señalar que la neorreacción no requiere ninguna forma de lucha o propaganda para que la democracia sea superada históricamente por un gobierno corporativo—. Así, la ilustración oscura sería un evento histórico y un proceso precipitado por la aceleración capitalista que estaría erosionando rápidamente el poder de la democracia dentro del altamente versátil y globalizado hiper-capitalismo (Jones, 2019).  Para los neorreaccionarios la democracia y la libertad (de mercado, se entiende) son crecientemente incompatibles, lo que implica que la democracia ha devenido ineficiente como forma de gobierno capitalista (Thiel, 2007). En este sentido, la solución ideal de la neorreacción —ya en sí misma truncada— para la crisis capitalista contemporánea es el neocameralismo (Jones, 2019). Retomando sobre la base del capitalismo high-tech el proyecto cameralista de Friedrich I de Prusia, los neorreaccionarios proponen una administración corporativa del Estado, en la cual este sería administrado como una gran empresa en la que los ciudadanos son clientes del gobierno y este es manejado por una junta directiva de los capitales más eficientes que han dividido la propiedad del Estado en acciones negociables (Land, 2022). En relación con esta forma de gobierno, la inspiración más grande de la neorreacción son los gobiernos autoritarios de Oriente, paricularmente de China, Singapur, Hong-Kong y Dubái, en la que, según Land (2022), se entrega un servicio de alta calidad a sus ciudadanos sin ninguna clase de gobierno democrático. Cabe señalar que una forma reactualizada de darwinismo social capitalista acompaña esta perspectiva de futuro, en el cual la acumulación de dinero constituye el mecanismo de selección social por excelencia. Esto está lejos de la ciencia ficción, puesto que el connotado filósofo de Oxford William MacAskill —pensador de referencia, además, para Elon Musk— ha construido todo un sistema filosófico denominado “largoplacismo radical” [radical longtermism], una especie de peligroso credo secular futurista revestido de conceptualidad filosófica que habla abiertamente del sacrificio de millones de vidas para la perpetuación de la especie humana –esto es, más precisamente, de un modo de producción capitalista que es elevado a la condición de dato natural de la existencia— (Greaves & MacAskill, 2021: 2).

Por otro lado, para los neorreaccionarios la verdadera instancia del gobierno democrático en Occidente es lo que se denomina como “La Catedral” (Yarvin, 2018). Esta sería un entramado de establishment académico-político-comunicacional al servicio de la agenda progresista y la hoy denominada cultura “woke”.  Tal como señala Huy (2019), para la neorreacción la corrección política —elemento fundamental de la cultura de la cancelación contemporánea— es un veneno para la civilización occidental, y la iglesia de la corrección política es La Catedral: “La tolerancia ha progresado hasta tal punto que se ha convertido en una especie de policía social, proporcionando el pretexto existencial para nuevas instituciones inquisitoriales” (Land, 2022: 45). El término catedral fue elegido deliberadamente, con el objetivo de subrayar el fracaso del programa de secularización de la ilustración, una desmitificación que promovería la búsqueda de la verdad y el conocimiento científico (Hui, 2019). En tal sentido, el control tecnológico sobre la verdad y la limitación del pensamiento crítico por la corrección política ejercida por la catedral sería para los neorreaccionarios un retorno a la barbarie pre-ilustrada que entraña la decadencia social:

“Toda “guerra de causas” liberal-democrática refuerza y asfixia aquello que combate. La guerra contra la pobreza crea una subclase crónicamente disfuncional. La guerra contra las drogas crea superdrogas cristalizadas y megamafias. ¿Adivinen qué? La guerra contra lo políticamente incorrecto crea hombres lobo paranoicos y policonspiradores, coordinados por la red y dotados de datos, que están perfectamente posicionados para aprovechar la inminente cita de la democracia liberal con la ruinosa realidad” (Land, 2022: 61).

De esta manera, la Catedral sería una especie de iglesia posmoderna de la corrección política, que decide arbitrariamente sobre aquello que es pasible de debate o aquello que debe ser cancelado, una especie de Stalinismo cultural del capitalismo high-tech.  En esta línea de pensamiento, los neorreaccionarios afirman que el Estado solo puede perpetuarse a través de una mentira colectiva sistemática (Jones, 2019). Aquí se manifiesta nuevamente la consciencia desventurada de los neorreaccionarios (Hui, 2019), puesto que, aunque su reflexión contiene un momento de verdad —la manipulación del deseo, el control social y la coerción implícita en las relaciones sociales capitalistas—, son incapaces de alcanzar un concepto unificado de la contradicción, i. e., carecen de las herramientas para convertir su reflexión en una crítica inmanente del capital.

Referencias

Cardoso, N., 2021. The ecological limit of capitalism: value-form and the accelerated destruction of nature in light of the theories of Karl Marx and Moishe Postone. En: V. S. Pejnović, ed. Beyond capitalism and neoliberalism. Belgrado: Institute for Political Studies, pp. 111 – 122.

Hawley, G., 2017. Making sense of the Alt-Right. New York: Columbia University Press.

Hui, Y., 2019. On the unhappy consciousness of neoreactionaries. E-Flux Journal, Volumen 81.

Jones, A., 2019. From NeorRactionary theory to Alt-Right . En: Critical Theory and the Humanities in the Age of the Alt-Right. Denver: Palgrave Macmillan, pp. 101 – 120.

Kurz, R., 2020. A democracia devora seus filhos. Rio de Janeiro: Consequencia Editora.

Land, N., 2021. Teleoplexia: ensayos sobre aceleracionismo y horror. Madrid: Holobionte Ediciones.

Land, N., 2022. La ilustración oscura y otros ensayos sobre la neorreacción. Segovia: Materia Oscura.

Marx, K., 2018. El Capital, Tomo I. El proceso de producción del capital. Tomo I / Vol. 1. 9na ed. Madrid: Siglo XXI editores.

Noys, B., 2018. Velocidades malignas: capitalismo y aceleración. Segovia: Materia Oscura.

Postone, M., 2003. Time, labor and social domination: a reinterpretation of Marx’s critical theory. New York: Cambridge University Press.

Shanahan, M., 2021. La singularidad tecnológica. Massachusets: MIT – Press.

Thiel, P., 2007. The Straussian Moment. En: R. Hamerton-Kelly, ed. Studies in Violence, Mimesis, and Culture: Politics and Apocalypse. East Lansing: Michigan State University Press, pp. 189 – 218.

Yarvin, C., 2007. The case against the democracy: ten red pills. [En línea]
Available at: https://www.unqualified-reservations.org/2007/04/case-against-democracy-ten-red-pills/
[Último acceso: 06 marzo 2023].

Yarvin, C., 2018. “La Catedral”, teoría del origen del poder del establishment. Centro Mises: escuela austriaca de economía e ideas de libertad, 20 Enero.

Esta entrada fue publicada en General, Pablo Jiménez C.. Guarda el enlace permanente.